martes, 5 de mayo de 2015

LA MALDICIÓN DE LA PRINCESA AMON-RA Y EL TITANIC


La historia de Amon-Ra , una momia egipcia sepultada en las aguas del Atlántico Norte junto con el Titanic.
 
Resulta irónico que un barco de esa clase y con sus avanzadas tecnología acabara sumergiendose.
 
 La catástrofe pasó a ser una leyenda que ha dado pie a numerosas teorías quizás demasiado fantásticas, pero…

...Existe un detalle que muchos desconocen: Aparte de más de 2.000 pasajeros, la tripulación, integrada por 904 miembros, 11.524 piezas individuales, 40 toneladas de alimentos, 12.000 botellas de agua mineral, 7.000 sacos de café, y un cargamento adicional de 5.800 toneladas de carbón, el Titanic trasportaba una momia egipcia.
Uno de los mitos más generalizados del Titanic es el de que esa momia egipcia estaba maldita y que fue causante del hundimiento del Buque de los Sueños.
 
La hoy conocida como “Princesa de Amon-Ra” o “Sacerdotisa de Amon-Ra”  vivió alrededor del año mil quinientos antes de Cristo. Cuando murió fue depositada en un  bello sarcófago de madera, embalsamada y enterrada en una cripta en Luxor, junto a la ribera del Nilo.La momia estaba provista de los adornos y amuletos de rigor. Según la historia ,en su cabeza tenía un amuleto con la figura de Osiris y la inscripción:

“Despierta de tu postración y el rayo de tus ojos aniquilará a todos aquellos que quieran adueñarse de ti”.
 
Más de tres mil años después, a finales de 1890, cuatro jóvenes adinerados de Iglaterra visitaron las excavaciones que se desarrollaban en ese lugar.
 
Allí pudieron contemplar el hermoso sarcófago de la princesa recién extraído de la cámara mortuoria. Pujaron por él hasta que uno de ellos fijó una suma demasiado alta para los demás e hizo que algunos nativos trasladaran la valiosa pieza a su hotel. Horas más tarde, el nuevo propietario del sarcófago se internó solo en las arenas del desierto y no volvió a ser visto jamás. Al día siguiente, uno de sus tres compañeros perdió un brazo tras ser herido accidentalmente por el disparo de uno de sus criados egipcios. La maldición atacó a los dos restantes al volver a Inglaterra: uno descubrió que sus ahorros se habían esfumado; el otro quedó inutilizado por una grave enfermedad y terminó sus días vendiendo cerillas en la calle.
 
 
 
 
 
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Tiempo después, y tras la racha de infortunios, el sarcófago llegó a Inglaterra dejando un rastro de desgracias. Su nuevo dueño, un empresario del lugar, sería una nueva víctima de la cadena de extraños percances: tres de sus parientes resultaron heridos en un accidente de coche y su casa se incendió. La superstición pudo con el caballero, y donó la pieza al Museo Británico. La supuesta maldición actuó ya durante el transporte del objeto, ya que el camión se puso en marcha de forma inesperada y atropelló a un peatón. Además, uno de los operarios que lo llevaba se rompió una pierna y otro murió a los pocos días aquejado por una enfermedad desconocida. Los problemas se agravaron cuando el precioso ataúd se colocó en la sala egipcia del museo: los vigilantes escuchaban golpes y sollozos que venían del interior del sarcófago; otras piezas se movían sin causa aparente; se encontró a un guardián muerto durante la ronda y los otros dejaron el trabajo; las limpiadoras se negaban a trabajar cerca de la momia… Por fin se decidió trasladar la pieza al sótano para evitar problemas. No funcionó. Uno de los conservadores murió y su ayudante cayó muy enfermo.
La prensa comenzó a hacerse eco de la maldición. Un reportero hizo una fotografia del sarcófago. Cuando la reveló, había una horripilante cara humana en lugar del pacífico rostro bellamente pintado en la madera. Se dice que, tras contemplar la imagen durante un rato, el fotógrafo se fue a casa y se pegó un tiro. Finalmente, el Museo Británico decidió desprenderse de la “Princesa”.
   Finalmente, el Museo Británico decidió desprenderse de la “Princesa”. Un coleccionista la compró y, tras la clásica cadena de muertes y desgracias, la encerró de nuevo en su casa.

Curiosamente su rastro se perdió. Nadie supo nada más de Amen-Ra por un tiempo salvo una experta psíquica, madame Blavatsky, que cuando la vio y analizó se aterrorizó al descubrir la maldad que encerraba.

Descartó la idea del exorcismo y suplicó a  su propietario que se deshiciera de ella con urgencia.

¿Pero quién, en toda Inglaterra, iba a  querer   comprar una momia maldita?

Nadie ....aunque dicen que fue comprada por un americano: un arqueólogo americano que achacó las desgracias a una cadena de casualidades. la quisieron llevar a Estados Unidos, y dicen esas historias que Amen Ra se preparó para viajar a  Nueva York.

La noche del 10 de abril de 1912, el propietario consignó los restos mortales de la princesa de Amon-Ra en un barco que se disponía a atravesar el Atlántico con dos mil doscientos veinticuatro pasajeros: el trasatlántico clase Olympic R.M.S. Titanic ,aunque de ésto último no hay ninguna confirmación.

El resto ya es historia; el Titanic se fue al abismo y con él arrastró a 1.502 personas y a su extraña pasajera. Si realmente hubo algún misterio, éste se hundió también para siempre.


Quizás el naufragio se debió a desgraciadas circunstancias,cadena de errores, destino ...no lo sabemos. Smith era un marino intachable y de gran experiencia, pero durante el desarrollo del trágico hecho actuó extrañamente, en forma desacertada y desconcertante en cuanto al trazado del rumbo, la excesiva velocidad del navío, su actitud autoritaria ante la petición de botes salvavidas, y su demora en dar a conocer el plan de salvamento.

Con esto no pretendemos afirmar que Amen-Ra fue la causa del hundimiento del Titanic, no podemos decir que esto se debió a una maldición de los faraones; pero, resulta curioso que la momia que era trasportada en una caja de madera, no hubiese sido depositada en las bodegas del barco, que era el sitio lógico de su ubicación, sino detrás justamente del puente de mando, muy cerca del capitán.

En la historia de las excavaciones en las pirámides egipcias aparecen datos que revelan que muchos de los investigadores y arqueólogos que tuvieron contacto con momias, luego presentaron claras muestras de perturbación mental, mientras que otros enloquecieron, se enfermaron gravemente o se suicidaron.

Alejándonos de cualquier presunción de hechos sobrenaturales, recordemos la leyenda de la momia: “Despierta de tu postración y el rayo de tus ojos aniquilará a todos aquellos que quieran adueñarse de ti”.

Y recordemos que iba colocada detrás justamente del puesto de mando de la embarcación.

¿Fue víctima de los influjos de aquella momia el capitán Edward J. Smith?

¿O fue víctima de la maldición de los faraones?
 


 
 





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